Tuesday, February 28, 2012

La teoría y la praxis de las políticas sociales

Interesante artículo de Rubén Lo Vuolo indicando las características recurrentes de las medidas de política social del gobierno (programa Argentina Trabaja, Asignación Universal por Hijo, subsidios a tarifas públicas, SUBE, etc.). Lo llamativo es que crítica
la visión “liberal-subsidiaria” de las políticas sociales, [...] su organización en base a programas diferenciados que distribuyen beneficios diferenciando a los individuos o grupos en función de sus características personales.
(¿desde cuándo la sutileza, la distinción de casos, en la política pública es un mal?). Pero luego enumera efectos negativos que no son necesariamente consecuencia de la visión "liberal-subsidiaria". Ellos son: arbitrariedad en la construcción y utilización de las fichas personales, interferencia política en los planes de vida de las personas, dinámica política basada en "dador y perceptor de bienes y servicios públicos", "perfeccionamiento de técnicas de control social y clientelismo político", consolidación de la desigualdad, inestabilidad y volatilidad del bienestar que depende de evaluaciones de "funcionarios políticos de turno", inclusión en la categoría "no necesita subsidio" a un grupo de personas muy heterogéneo.

Lo que digo es que esos efectos negativos no provienen de una visión, sino de una forma de hacer las cosas, de una praxis. De hecho, todo país que tiene políticas sociales relativamente eficaces y eficientes (desde Noruega hasta Canadá o Australia, sean economías más o menos de mercado) tiene una visión "liberal-subsidiaria". Lo que no tienen es una dirigencia y una burocracia corrupta e inepta. En otras palabras, nada en una visión de ese tipo implica arbitrariedad, clientelismo, desigualdad, inestabilidad o injusticia.

Por ello yo considero, contrario a Lo Vuolo, que la visión liberal-subsidiaria puede ser progresista, mientras no se la aplique con objetivos de concentración de poder y control social.

Saturday, February 25, 2012

Corrupción en los servicios públicos, ayer y hoy

Leo en esta entrevista a Edward Glaeser, un especialista en economía urbana:
Public ownership is one of the ways that people historically tried to deal with the corruption within our cities. Now privatisation is seen as the solution. But certainly the private provision of things like street sweeping were a bonanza for corrupt politicians during the Tweed regime. Politicians would award the contracts, the services would be badly performed, and money would flow back to the corrupt politicians who handed out the contracts. Having public services obviated the need to award contracts to private companies, which essentially made it more difficult to steal.
This is a very live issue in the developing world. The question is whether the public failures in the developing world should prompt the provision of things like water services from purely private providers. Or are we afraid of creating exactly what happened in New York in the 19th century, where a lot of money was paid out of the public purse with little actual provision of services?
Live issue indeed.  Los costos sociales de los trenes gerenciados por el Estado han sido altos, insoportables diría alguien del equipo de Alfonsín. Los costos sociales de los trenes gerenciados por privados han sido por lo menos tan altos como aquellos. No sé mucho del tema, pero lo que sé es que necesitamos expertos de transporte urbano en esta discusión (o por lo menos debemos tratar de pensar y discutir fuerte el tema), y que debemos explorar todas las posibilidades intermedias (ente regulatorio que funcione, subsidio a la demanda, etc.) en vez de gritarnos unos a otros privatización versus estatización.
También me llamó la atención esta afirmación:
The most striking conclusions were that unless drivers pay the full cost of driving, urban roads will always be congested and that at all but the most extreme densities buses, with dedicated lanes, are better than trains. There is an old saw that 40 years of transportation research at Harvard can be summarised by four words: bus good, train bad.