Tuesday, April 3, 2012

¿Ha desaparecido el efecto Olivera-Tanzi?

Decía Dagnino Pastore en 1975, antes de que la inflación pegue un salto irreversible hacia alta inflación (mayor a 5% mensual):
Hay, no obstante, un rezago entre la fecha de determinación de la base de estos impuestos y la fecha de pago, lo que lleva a que en períodos de inflación la recaudación sufra una caída en términos reales.
Ese efecto de la inflación sobre la recaudación fue denominado efecto Olivera-Tanzi por estudios de Vito Tanzi y Julio H.G. Olivera. El efecto se inscribía en una teoría de causación circular de déficit fiscales con inflación: a mayor déficit fiscal, mayor monetización, mayor caída de los impuestos reales, mayor déficit fiscal.

No ha sucedido lo mismo con la inflación de estos días. De hecho, la efectividad de la recaudación tributaria parece ser una de las historias positivas de los gobiernos kirchneristas. ¿Nuevas tecnologías recaudatorias han permitido minimizar el efecto Olivera-Tanzi? Puede ser. ¿El cobro del IVA mensualmente y los anticipos de ganancias lo han hecho? También ayuda el hecho de que el gobierno ajuste por inflación (real, no del INDEC) las tasas impositivas (por ejemplo, inmobiliario), cobre tasas de interés altas (por lo menos 2% mensual) sobre deudores, no pague interés cuando es el contribuyente el que tiene crédito fiscal, y no permita al contribuyente ajustar sus activos por inflación, por lo que las ganancias se inflan artificialmente.

Mi sospecha es que el efecto pronto volverá a sus andadas: el público recién se está adaptando a inflación permanente superior a 20%.

Las retenciones como buffer de estabilidad

Trabajando en una breve historia del Banco Central me cruzo con este párrafo de Dagnino Pastore en sus fascinantes crónicas, el cual creo que dice algo del proceso actual:

Ya se ha expuesto que por algunas décadas existirá en Argentina un escalón entre el tipo de cambio efectivo para la industria –más alto—y para la agricultura –más bajo--. Esto se puede implementar de dos maneras extremas e infinito número de combinaciones de ellas. Una forma extrema es fijar el tipo de cambio bajo y poner elevados aranceles a la importación. La otra forma extrema es fijar el tipo de cambio alto e imponer fuertes retenciones a la exportación. El segundo esquema es más conveniente, no sólo por razones fiscales –por algunas décadas el país exportará más de lo que importa—sino porque los pagos de los servicios y las transacciones financieras se efectúan a un tipo de cambio alto, y porque la posibilidad del gobierno de reducir los impuestos a la exportación en vez de devaluar aquieta las expectativas desestabilizantes (mayo de 1984).

Algunos puntos. Primero, observar dónde estaba el debate que un economista más bien conservador daba por razonable la política de cambio efectivo múltiple. Segundo, constatar la creencia (hoy prácticamente evaporada por la teoría y por la empiria) de que se podía mantener un tipo de cambio alto por décadas. Tercero, una pregunta: ¿cuánto ayuda a la estabilización actual que todavía se tenga el recurso de reducir las retenciones (a pesar de que el tipo de cambio ya no está alto)? Esa es un arma que el gobierno puede usar, si bien, para ello, tendrá que superar la sorpresa ideológica de los más principistas de sus seguidores (pero ¿queda alguno?).