Trabajando en una breve historia del Banco Central me cruzo con este párrafo de Dagnino Pastore en sus fascinantes crónicas, el cual creo que dice algo del proceso actual:
Ya se ha expuesto que por algunas décadas existirá en Argentina un escalón entre el tipo de cambio efectivo para la industria –más alto—y para la agricultura –más bajo--. Esto se puede implementar de dos maneras extremas e infinito número de combinaciones de ellas. Una forma extrema es fijar el tipo de cambio bajo y poner elevados aranceles a la importación. La otra forma extrema es fijar el tipo de cambio alto e imponer fuertes retenciones a la exportación. El segundo esquema es más conveniente, no sólo por razones fiscales –por algunas décadas el país exportará más de lo que importa—sino porque los pagos de los servicios y las transacciones financieras se efectúan a un tipo de cambio alto, y porque la posibilidad del gobierno de reducir los impuestos a la exportación en vez de devaluar aquieta las expectativas desestabilizantes (mayo de 1984).
Algunos puntos. Primero, observar dónde estaba el debate que un economista más bien conservador daba por razonable la política de cambio efectivo múltiple. Segundo, constatar la creencia (hoy prácticamente evaporada por la teoría y por la empiria) de que se podía mantener un tipo de cambio alto por décadas. Tercero, una pregunta: ¿cuánto ayuda a la estabilización actual que todavía se tenga el recurso de reducir las retenciones (a pesar de que el tipo de cambio ya no está alto)? Esa es un arma que el gobierno puede usar, si bien, para ello, tendrá que superar la sorpresa ideológica de los más principistas de sus seguidores (pero ¿queda alguno?).
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