Saturday, October 29, 2011

La hilacha

La presidenta dijo el domingo pasado por la noche:

Y yo quiero convocar a todos los argentinos a la unidad nacional, a que no nos distraigan con enfrentamientos inútiles, a que no discutamos sobre los hechos y las realidades. Que en todo caso si esos hechos y esas realidades pueden mejorarse, puedan enderezarse nos digan cómo hacerlo. Tenemos que pasar un país diferente, donde el que venga construya sobre el que ya hizo, porque el ya hizo, hizo bien pero le faltó algo y entonces lo eligieron a otro. Esta es la Argentina con la que yo sueño, una Argentina donde tengamos continuidad, que no significa continuidad de personas y de partidos, sino de proyecto político, de Nación y de país.
En este párrafo se cifra parte del problema con el kirchnerismo en general. Por un lado, dicen con resentimiento y, creo yo, algo de culpa, "no nos critiquen". Luego, como dice Abraham, se ponen la máscara de demócratas y abiertos y dicen "dígannos cómo hacerlo". Pero está claro que el primer paso para esto es tener una interpretación de la realidad, es decir "discutir los hechos y las realidades".

Luego, la otra clave: coincido con que se debe frenar con el vaivén ideológico en Argentina. ¿Pero quién destruyó sobre lo que habían construido otros? Es una fantochada que lo pida esta presidenta. Enumero. Uno, donde se dejó una inflación nula y una política monetaria extremedamente conservadora, se instrumentó una política monetaria expansiva costosa en el presente en términos de inflación y más costosa para el futuro. Dos, donde se dejó una sociedad pacificada en términos de lucha de clases, se reflotaron antagonismos anacrónicos (como el conflicto con el campo o el ataque a la "oligarquía"). Tres, donde se dejó una fuerza militar diezmada pero con la idea de ir recuperándola, se terminó haciendo leña del árbol caído, destruyendo todo autoestima que pudiera quedar en oficiales y soldados. (Debo aclarar que esto no tiene nada que ver con los juicios, que se hizo bien en retomar, pero que no implicaban el insulto de las fuerzas del presente). Cuatro, donde se dejó una política regulatoria energética seria se la cambió por las arbitrariedades de los últimos ocho años que han llevado a subsidios públicos injustos e insostenibles e importaciones carísimas. Cinco, donde se dejó un instituto de estadísticas respetable (a fines de los 90s estaba bastante mejor que a principios de esa década; recuerdo las publicaciones de los anuarios anuales, la síntesis social, y los mapas de la pobreza, por ejemplo), se dejó un instituto tomado por matones que inventa las cifras para defender pequeños intereses políticos transitorios.

En suma, que la Presidenta muestra la hilacha: quiere parecer abierta, constructiva y progresista, pero es cerrada, destructiva y regresista.

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