Hay varios puntos más del discurso de la Presidenta que resultan infantiles. Esto parece una equivocación, ¿pero lo es?:
Sin embargo, el récord histórico de crecimiento de reservas - no basada en dólar financiero sino en dólar comercial - lo obtuvimos el año pasado, el 2010, con el 13,4% de crecimiento de las reservas llegando, en el día de ayer, a 52.350 millones de pesos.
Las reservas crecieron poco bajo su mandato. Casi todo el crecimiento se dio en los 5 años previos, con tasas de entre 40 y 70% anual. ¿Por qué dice que "el récord histórico de crecimiento de reservas" se obtuvo en el 2010? ¿Quién sabe? Forma parte de un lenguaje coloquial completamente vago y confuso. Como cuando habló de "superávit de cuenta corriente fiscal", o cuando dice que una tasa de desocupación del 5% "no es considerado desempleo". O frases como la siguiente que termina no teniendo ningún sentido:
El financiamiento ha sido muy importante por parte del Ministerio de Agricultura y Ganadería de la Nación, que ha suscripto con las provincias argentinas convenios por más de 180 millones de pesos en ayuda de fondos rotatorios para los distintos cultivos; 185 millones en materia de ganadería, más de 5.000 millones en los créditos que hemos lanzado con tasas subsidiadas que nos han dado un monto de 130 millones.
O una diatriba como la siguiente que empieza fustigando las devaluaciones y luego ensalza un tipo de cambio alto (con respecto a salarios!):
y su pretendida pérdida de competitividad desde algunos sectores que empujan devaluaciones que ya sabemos a quiénes sirven y también sabemos a quiénes perjudican y que, por lo tanto, no vamos a someternos a presiones de ninguna naturaleza que distorsionen el modelo. Si uno mira el tipo de cambio deflactado por salarios promedio 1995-2001, era del 1.33; en diciembre es del 1.83, una diferencia del 37,4 por ciento. Y esto se revela fundamentalmente en el crecimiento de las exportaciones. No hay modo de alcanzar tal grado de competitividad si no tenemos un tipo de cambio que así lo refleje.
La confusión de ideas y la correspondiente vaguedad comunicacional es fuerte. Pero lo grave es que nadie lo reconoce y sus asesores se lo permiten. La verdad es que me parece más digno que lea un discurso pre-chequeado con especialistas. Es lo menos que espero de mi presidente. Y, por otro lado, es ridículo pensar que eso es deshonroso: Obama, el mejor orador que he conocido en mi vida, lo hace. ¿Por qué nosotros no?
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